jueves, 7 de febrero de 2019

Tráfico

*-**-**-*  Tráfico *-**-**-*

Era un tipo alto y grande. Entró en la tienda para hacer tiempo, con la cabeza alta, mirando desde arriba, con esa actitud desagradable que acostumbraba a llevar. La cajera le saludó con desgana, esa de alguien que está haciendo algo que le obligan a hacer y que, si fuera por ella, ni le dirigiría la palabra. El tipo escupió un "Buenos Días" y empezó a dar vueltas por la tienda. Al girar por un pasillo de la tienda se tropezó con un hombrecillo que iba enfundado en una gabardina. Debido a la diferencia de tamaños el hombrecillo cayó al suelo del pasillo. El tipo grande en lugar de disculparse o ayudarle a levantarse, se alejó de allí llamándolo "ENANO", diciéndole que "a ver si miraba por donde andaba, que él no estaba dispuesto a hacerlo por él"
El tipo alto y grande, era una persona desagradable. Acostumbraba a entrar en tiendas para forzar a los trabajadores a cumplir sus exigencias, a que le hablaran de usted y de que, por mal que le cayese, le atendieran con una sonrisa en la cara. 

Después del encuentro con el tipo de la gabardina ya se sentía "feliz" (si es que pudiera sentir esa sensación) así que se fue hacia la caja. Cuando pasó por delante de la estantería de las chocolatinas, cogió una chocolatina pequeña y mientras se acercaba a la caja, en el momento en el creia que no le miraba nadie, se la guardó en el bolsillo. 

Cuando llegó a la caja, la cajera estaba terminando de cobrar a un hombre nervioso, extraño, que hablaba como saboreando las palabras. Cuando acabó de cobrarle se giró hacia el tipo alto y grande, y haciendo un alarde de profesionalidad, una actuación merecedora de un Goya, le saludó, dándole los buenos días, sin que en su cara se reflejara el asco que le tenía. Él, desagradable como siempre, la increpó, aprovechando el punto  de apoyo que le daba su posición de cliente, diciéndole que "hoy no pensaba comprar nada" ya que "Lo último que compró era una basura, tendría que poneros una reclamación para que os cerrarán el negocio" y se fue hacia la salida, la cajera, preguntandose cuanto le faltaba para acabar el turno, se giró hacia el siguiente cliente y haciendo un alarde de profesionalidad, una actuación merecedora de un Goya, le saludó, dándole los buenos días, sin que en su cara se reflejara el asco que le tenía.

El tipo alto y grande, se fue por la puerta. Cuando hubo girado la manzana sacó la chocolatina de su bolsillo y, con la alegría de quien roba sin necesidad, la abrió y la empezó a comer. Llegó a la puerta de su casa y mientras sacaba las llaves para abrir la portería, sonó su móvil. Solo había un mensaje. CORRE. La sangre le desapareció de la cara, la falsa seguridad, la bravuconería que tenía le desapareció de golpe. Tiró lo que quedaba de la chocolatina al suelo y apretando fuerte el móvil, miró a ambos lados de la calle y salió corriendo calle abajo yendo a buscar su coche. 

Llevaba tiempo trapicheando con la cocaína, comprando pequeñas cantidades y revendiendolas sacando un buen pico. Pero este último mes había empezado a comprar cantidades más grandes y seguro que algún otro vendedor se había fijado en él y ya empezaba a molestarse. Se metió en el coche y arrancó como un loco por la avenida, en busca de un lugar seguro, un lugar donde nadie lo encontrara, un lugar donde pudiera pensar y plantearse el siguiente movimiento. Cogió la autopista y se alejó de la ciudad. Cambió de carretera por una comarcal. En las afueras había grandes extensiones de tierras olvidadas, zonas de antiguos cultivos que nadie usaba. Giró hacía un camino privado que le llevaba a una casona abandonada. Era propiedad de un familiar lejano suyo, uno que vivía fuera del país y nunca se acercaría por allí. Era su refugio. Su madriguera.

Se metió con el coche en un viejo garaje medio derruido. Apagó el motor y se echó para atrás. De repente se puso en tensión. Incorporado en el asiento un recuerdo le vino como un flash. Antes no se había dado cuenta por el impulso de la adrenalina. EL COCHE ESTABA ABIERTO CUANDO ÉL ENTRÓ...

Se despertó con un fuerte dolor en la nuca. Estaba medio sentado en una silla. Con las manos atadas por detrás. ¡Qué tonto había sido! Los había traído a su refugio. En la planta de arriba, tras las paredes, estaba escondido su alijo y él los había traído hasta él... pero... y el mensaje... El que se lo había mandado era un socio de confianza. ¿le había traicionado? Tres hombres grandes delante suyo hablaban entre ellos, no se habían dado cuenta de que había recobrado la consciencia. Uno de ellos se movió un poco y pudo ver a su socio en otra silla. Sangrando. Son la cabeza echada hacia adelante. No se movía. Uno de los hombres lo vió, fué hacia él y le dió un puñetazo. Le estuvo sacudiendo un rato, sin decir nada. Otro le detuvo, se le acercó y le preguntó:

- ¿Dónde está?
- ¡NO LO TENGO! - mintió, era consciente de que si hablaba lo mataría allí mismo.

Se apartó y el primero volvió a pegarle. Después de unos cuantos golpes, paró y fué él el que preguntó:

-¿¡DÓNDE ESTÁ!? 

Este tenía un acento ruso más marcado. Más que el anterior. No querían la droga...

Ahora ya pudo unir todas las piezas. Estos tres eran hermanos de Katrina, su esposa. Durante un viaje al este él se... encaprichó de Katrina, se casó con ella y la trajo a su casa. Al principio todo fué bien, pero duró poco. Ella empezó a conocerle, a querer salir sola a la calle, a querer tomar sus decisiones y tuvo que terminar la relación.

De eso hacía ya casi dos años.

Y aquí estaban sus hermanos buscandola. Un leve, casi imperceptible, involuntario, movimiento de sus ojos, enfocaron unas tablas del suelo. El movimiento justo para que uno de los hermanos lo viese. Agarró una barra de hierro y fué hasta las tablas. Las arrancó y las arrojó a un lado. Se quedó quieto, inmóvil. Sus hermanos fueron hacia allí corriendo. Uno se agachó para sacar el cuerpo del agujero. Él intentó aprovechar ese momento para soltarse de las cuerdas. Intentaba mirar hacia atrás para ver cómo estaba hecho el nudo. Cuando volvió a mirar hacia adelante, lo que vió fue la barra de hierro que iba hacia su cara. 

Y eso fue lo último que vió, pero no lo último que sintió...









3 comentarios:

Unknown dijo...

Que cambio de escenario mas radical.
Parecia previsible que la historia siguiese el hilo del supermercado.
Bien enlazados los dos temas.

Unknown dijo...

Me ha encantado como enlazas el inicio con el resto de la historia

Bastian B.B. dijo...

Muchas gracias a l@s dos!!