“... y en los rincones, por la noche, se escucha un lamento, un quejido ahogado. Las Ramblas siguen su ritmo nocturno, ese ritmo inalterable, pausado. Los barrenderos mojan las calles intentando borrar las amarguras allí sucedidas. Los Malos recorren Las Ramblas, se detienen, y le piden la documentación a un senegalés que el único mal que ha cometido es el de nacer en otra tierra, en otro color. Cuentan las viejas leyendas que en otro tiempo esto no fue así, que un alegre riachuelo recorría esta zona. Donde, tal vez, un matadragones, enfundado con el escudo de Santa Eulalia paró allí a dar de beber a su caballo. Tal vez.
Y de allí viene el sollozo, el grito ahogado del cuentista, pues, por unos días, desaparecieron los malos, barrenderos y turistas. Por unos días una musa se paseo por allí alegrando corazones, arrancando rimas al poeta, perfeccionando cuentos del cuentista. Pero ya terminó. La musa se fue. Acabó la canción.”
HFA'01
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