miércoles, 11 de abril de 2018

La revolución de las cloacas...

2...

Me despierto, aturdido, sin saber bien dónde estoy. La mortecina luz de los Campingaz alumbran y dan vida a las sombras fantasmales por todo el túnel. El sitio está en bastante silencio. Mucha gente duerme, alguna habla en susurros, y, se oyen los sollozos de otros que han perdido a alguien o algo ahí arriba.
Delante mío, una chica joven (16,18 años) me mira con la mirada perdida. Está sentada con la espalda contra la pared y dos niños más pequeños (4 - 6 años) duermen con la cabeza apoyada en sus piernas. Están, como casi todos aquí abajo, con la cara llena de suciedad, el cuerpo lleno de polvo y pequeñas heridas en la cara y manos. Me gustaría saber su historia, sus nombres, abrazarlos a los tres y decirles que todo saldrá bien. Pero me falta coraje.

Una especie de escalofrío nervioso me recorre las piernas. Necesito moverme y con el rato que he dormido ya he tenido bastante. No puedo quedarme aquí quieto, necesito andar, salir al exterior...
Me levanto y me dirijo hacia la cloaca por la que llegué aquí. Cuando llego al lugar donde me dieron la manta y el agua, dos tipos con ametralladoras me detienen (no recuerdo haber visto a nadie armado aquí cuando llegue).

-¿Dónde vas?
- Fuera, necesito salir. Quiero ver si mi casa sigue en pie.
- Ahora no es buen momento para salir. Creemos que se repetirán los bombardeos. Hablan que hay militares por las calles.

- ...y la verdad, es que necesito salir, no puedo aguantar más aquí dentro. No sé si es por el estrés, pero me está dando un ataque de ansiedad y necesito salir al exterior.

El tipo se me queda mirando un rato. Mira a su compañero que hace un gesto asentimiento con la cabeza.

- De acuerdo - concede - vete pero ves con cuidado, si necesitas cobijo aquí estaremos, aunque no sé cuánto tiempo podremos permanecer ocultos.
-Buena suerte!!! - les digo me alejo de ahí

Antes de irme me dan una pequeña linterna y me rellenan la botella de agua. Ese es mi equipo, y no voy con pantuflas ( como he visto a más de uno) porque tuve tiempo de vestirme.

Vuelvo por donde había venido. Otra vez por el asqueroso túnel a cuatro patas. Cuando salgo, ando un poco y me empiezo a estirarse ( lo que puedo ya que en esta sección de la cloaca debo andar encorvado) entonces empiezo a escuchar gritos que salen del agujero por el que me había arrastrado. Mezclado con los gritos, un sonido repetitivo que relaciono con disparos. Acto seguido una explosión. Después de eso una humareda de polvo y piedrecitas salen disparadas por el agujero, y el silencio. Bueno, yo no puedo oír nada. Solo un fuerte pitido en los oídos. Estoy paralizado. Mis pies no me responden. No puedo creer lo que acaba de pasar. Poco a poco, mis oídos se recuperan y la intensidad del pitido disminuye, pero no desaparece. Mi cuerpo me va devolviendo el control de mis músculos. Y mi cerebro, solo me recuerda a esos niños dormidos. Esa niña que me miraba con la mirada perdida. Esos a los que no les pregunté el nombre pero que siempre recordaré.

No hay comentarios: