domingo, 2 de abril de 2017

El jardín de los sueños


Se bajó del taxi y llamó a la puerta. Un empleado le abrió y esperó con la puerta entreabierta. Él sacó del bolsillo una tarjeta de visita y se la mostró, el empleado asintió con la cabeza y se hizo a un lado. Cuando atravesó la puerta, el empleado la cerró tras él y le ofreció tres máscaras a elegir; escogió la de clown. El empleado corrió la cortina que tenía delante y le invitó a entrar al "jardín de los sueños" donde todo se puede hacer realidad.

El clown entró y se acercó a la barra. Pidió algo fuerte, esas medicinas que se piden siempre para infundir valor, para nublar la mente, para excusar los actos posteriores. Agarró su bebida, le dió un buen trago y con el vaso en la mano se adentró en el submundo.

No era la primera vez que entraba en un sitio como este. El clown vivía de noche, trabajaba de noche y siempre le encargaban los trabajos más sucios, los que se hacen cuando la gente decente está durmiendo.

Entró en la tercera habitación y la cerro detrás suyo. Apuró la copa y la dejo en una mesita. Sacó la pistola colocó el silenciador y disparó contra la pareja que le miraba aterrorizado. Un traidor menos, otro trabajo hecho. Nadie escapa de la mafia y vive para disfrutarlo.

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